Como especialista, mi objetivo de hoy es ayudarte a reconocer señales de alarma en un lunar, entender qué es melanoma, distinguir lunares cancerígenos y tomar decisiones seguras para prevenir cáncer de piel.
Este artículo está pensado para quienes han notado cambios recientes en sus lunares. Te acompañaré paso a paso, desde cómo luce un lunar común, hasta cuándo sospechar de melanoma, cómo aplicar la regla ABCDE y qué medidas concretas tomar hoy para cuidar tu piel.
¿Qué es un lunar?
Cuando hablo de lunar, me refiero a un nevo melanocítico: un grupo de melanocitos (células que producen pigmento) que se agrupan en la piel. La mayoría de los lunares aparecen en la infancia o adolescencia y van cambiando lentamente con los años. Muchos son planos, otros ligeramente elevados, y su color varía del marrón claro al casi negro, dependiendo del tipo de piel y la concentración de pigmento.
Es normal que un lunar cambie de forma gradual con el tiempo, sobre todo en adolescencia, embarazo o por variaciones hormonales. Sin embargo, lo que me preocupa —y debería preocuparte— son los cambios rápidos, asimétricos, con bordes irregulares, colores heterogéneos, diámetro en aumento o síntomas como picor y sangrado. Estos signos pueden relacionarse con lunares cancerigenos y requieren valoración médica para descartar cancer de piel.

¿Cómo se ve un lunar común?
Un lunar común suele ser simétrico, es decir si lo divides mentalmente por la mitad, ambas partes se parecen. Sus bordes son regulares, bien definidos, y el color es uniforme (por ejemplo, marrón homogéneo). El tamaño habitual es pequeño (menos de 6 mm), aunque hay excepciones benignas. La superficie puede ser lisa o ligeramente elevada, sin costras persistentes ni ulceraciones.
Los lunares estables, sin cambios notables en meses o años, y sin síntomas, suelen ser benignos. Aun así, mantengo una regla práctica: observar de manera periódica. Si un lunar “de siempre” comienza a transformarse rápido, deja de ser un lunar común hasta que un profesional lo confirme. La vigilancia es tu primera defensa para detectar a tiempo un posible melanoma.
¿Cómo diferenciar los lunares malignos y los lunares benignos?
Diferenciar lunares malignos de lunares benignos se basa en patrones. En consulta, se usan dermatoscopios para analizar estructuras de pigmento y vasos. En casa, puedes apoyarte en la regla ABCDE (más abajo) y en el “signo del patito feo”: el lunar que no se parece al resto. Un lunar maligno suele presentar asimetría, bordes irregulares, múltiples tonos (marrón, negro, gris, incluso azul/rojo), crecimiento progresivo y síntomas como picor o sangrado espontáneo.
Por el contrario, un lunar benigno tiende a ser estable, armónico y de color uniforme. Ojo: no todos los lunares atípicos son cáncer. Por eso, no recomiendo auto-diagnóstico ni retrasar la consulta. Si algo no encaja o te inquieta, agenda una evaluación. Recordemos que el cancer de piel detectado temprano, incluido el melanoma, tiene mejor pronóstico.

Tipos de lunares malignos
Cuando hablamos de lunares cancerigenos, lo que más nos preocupa es el melanoma, el tumor cutáneo con mayor potencial de diseminación. Qué es melanoma: es un cáncer que se origina en los melanocitos y puede aparecer sobre piel sana o sobre un nevo preexistente. Existen subtipos (extensión superficial, nodular, lentigo maligno, acral), cada uno con comportamientos distintos; algunos crecen horizontalmente al inicio, otros verticalmente y con rapidez.
Además del melanoma, hay otros cáncer de piel no melanoma (carcinoma basocelular y espinocelular) que pueden confundirse con “lunares” por color o forma. Estos suelen presentarse como pápulas perladas, heridas que no cicatrizan o placas que crecen y sangran. Cualquier lesión nueva, cambiante o que no se cura en semanas debe ser valorada sin demora.
¿Podría un lunar común convertirse en melanoma?
La mayoría de los melanomas surgen de novo (en piel previamente normal), pero un porcentaje puede derivar de un nevo preexistente. Factores de riesgo: antecedentes personales o familiares de melanoma, fototipos claros, múltiples nevos o nevos atípicos, quemaduras solares en la infancia y exposición UV crónica o sin protección. Por eso, un “lunar de toda la vida” no está exento de vigilancia.
Si notas que un lunar antes estable comienza a crecer con rapidez, cambia de color o de contorno, o se vuelve sintomático (pica, duele, sangra), actúa. La evaluación temprana permite extirpación curativa en fases iniciales. Recalco que un cambio reciente y sostenido es más relevante que un aspecto “feo” pero estable. Detectar a tiempo es la clave para vencer el cancer de piel.
Síntomas de lunares cancerígenos
Los lunares cancerigenos pueden mostrarse como lesiones nuevas o cambios llamativos en lesiones previas. Señales: asimetría marcada, bordes dentados, variación de colores (marrón oscuro, negro, gris, azul, rojo, blanco), aumento de tamaño, relieve nuevo o rápido, ulceración, sangrado, costras recurrentes y sensación de comezón o dolor.
También me fijo en el “patito feo”: entre todos tus lunares, ¿hay uno distinto, que te “salta a la vista”? Ese merece revisión. En palmas, plantas y lecho ungueal (melanoma acral), observa bandas oscuras nuevas en uñas o manchas irregulares en áreas poco expuestas. El melanoma puede aparecer en cualquier parte de la piel.

La regla ABCDE del melanoma
La regla ABCDE resume banderas rojas del melanoma:
- A – Asimetría: las dos mitades del lunar no se parecen.
- B – Bordes: irregulares, difusos, dentados.
- C – Color: varios tonos en la misma lesión.
- D – Diámetro: mayor de 6 mm (aunque melanomas pequeños existen).
- E – Evolución: cambios en semanas/meses (tamaño, forma, color o síntomas).
Yo añado una letra “F”: Feo o diferente al resto (patito feo). Si un lunar cumple uno o más criterios, considera evaluación prioritaria. Esta regla no sustituye el diagnóstico profesional, pero guía la decisión de consultar y salva vidas al detectar lunares cancerigenos en fases tempranas.
Protege tu piel para prevenir los lunares cancerosos
La prevención del cancer de piel combina protección solar, hábitos y autoexamen. Usa protector de amplio espectro SPF 50+ a diario (también en días nublados), reaplica cada 2–3 horas al aire libre y complementa con sombrero de ala ancha, gafas con filtro UV y ropa con factor UPF. Evita cabinas de bronceado: aumentan el riesgo de melanoma.
Realiza un autoexamen mensual frente a un espejo, revisa cuero cabelludo, espalda, pliegues, palmas, plantas y uñas. Fotografía tus lunares para comparar con el tiempo. Programa chequeos periódicos, más frecuentes si tienes alto riesgo. Recuerda: prevenir la aparición de lesiones nuevas y detectar cambios en tus lunares cancerígenos potenciales es un esfuerzo continuo que vale tu salud.

Tabla comparativa: ¿lunar benigno o señal de alarma?
Característica | Lunar común (benigno) | Sospecha de melanoma / lunares cancerígenos | Acción recomendada |
Simetría | Simétrico | Asimétrico | Consulta prioritaria si hay asimetría |
Bordes | Regulares, definidos | Irregulares o difusos | Evaluación dermatológica |
Color | Uniforme | Múltiples colores | Evaluación dermatológica |
Diámetro | Habitualmente < 6 mm | > 6 mm (o crecimiento rápido) | Evaluación dermatológica |
Evolución | Estable | Cambios recientes o rápidos | Consulta prioritaria |
Síntomas | Sin molestias | Picor, dolor, sangrado, herida que no cierra | Consulta prioritaria |
Lesión nueva | No | Sí, “mancha distinta” | Evaluación dermatológica |
Prevención | Fotoprotección básica | Fotoprotección estricta y seguimiento | Fotoprotección + control |
Preguntas frecuentes (FAQ)
¿Cómo saber si tengo lunares cancerigenos?
Aplica la regla ABCDE y el “patito feo”. Si hay cambios recientes en un lunar, consulta para descartar cancer de piel.
¿Un lunar puede volverse cáncer?
Sí; algunos melanomas surgen sobre nevos. Cualquier cambio rápido amerita evaluación.
¿Qué es melanoma (que es melanoma) y por qué es peligroso?
Es un cancer de piel de los melanocitos con capacidad de diseminarse. La detección temprana mejora el pronóstico.
¿Todos los lunares cancerigenos duelen o sangran?
No. Algunos melanomas no dan síntomas al inicio. Por eso, vigilo forma, color y evolución, no solo el dolor.